jueves, 12 de diciembre de 2013

LE PEDIRÍA...







          Permítame que le diga, que usted ha entrado en mi vida como un reguerito de hormigas: cada una con una piedrecita en la boca y dejando montoncitos por todos los rincones.
          Le pediría, es más, que pasara de largo por mi puerta, que dejara de golpear con los nudillos mi ventana...
          Le diría, es más, que si persiste en su actitud, debería dejarse de rodeos y yo de contemplaciones.

          Le contaría, si fuera correcto, eso si, que entre la rendija de la verja y el desconchón de la ventana, existe un huequecito en donde guardo la llave de emergencia. ¡Eso le diría! Si fuera correcto, claro está.
          Mejor aún, le haría cómplice de mis secretos, o usted a mí de los suyos ¡Que seguro que los tiene!
          Le confiaría que en el jardín, al lado de los claveles chinos, tengo enterrada la Caja de los Truenos. Todo esto, claro está, como usted supondrá, si fuera lo correcto. Y me pregunto, cuáles son sus propósitos y el mío.
          Le diría, con toda corrección, eso sin dudarlo, que usted podría, perfectamente, estar conmigo al lado de la chimenea en las tardes de invierno; que agotaría mi tiempo con usted narrándole fábulas de duendes azules y poniendo nombre a cada uno de los poros de su piel.
          
          Suena el tintineo en el cristal y, disimuladamente, miro cómo se aleja calle arriba, cómo se para, cómo gira nuevamente su vista hacia mi casa y cómo hace una nueva marca en la corteza del árbol centenario de la plaza.
          Así que, sepa usted de una vez, que ha entrado en mi vida como un reguerito de hormigas: dejando montoncitos por todos los rincones. 



           Ragomance. 2013

          















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